LOS MARTIRES DE LA
 CARIDAD CAMILIANOS
25 DE MAYO
Durante los cuatro siglos de historia de la Orden camiliana, en fidelidad al cuarto voto de asistencia a los enfermos también con el peligro de la vida, 300 religiosos de la Orden han muerto asistiendo a contagiosos. Han confirmado al mundo que la cruz roja sobre el pecho – dice el padre Felice Ruffini -  es estilo de vida que parte del calvario y se hace testimonio por los caminos del mundo.
Podemos recordar los 3 religiosos muertos en 1589 en la baya de Pozzuoli cerca de Nápoles asistiendo a marinos afectados por tifo petequial. Los 5 camilos muerto en 1591 en el hospicio de S. Sisto en Roma por la epidemia de cólera. Los otros 5 muertos en Nola en 1600 de peste, cantando con suavísima voz: “aleluya, aleluya”. Recordamos a los 10 camilos muertos en Mantua, 18 en Milán, 4 en Borgonuevo, 7 en Bolonia, 6 en Mondoví, 3  en Florencia, 1 en Lucca, 5 en Roma en el 1630 de peste. Todo sabiendo que iban a encontrar la hermana muerte, pero dispuestos por amor, y sólo por amor a hacer este heroico testimonio, semejante a lo de Jesús sobre la cruz.
¿Qué aprendemos de estos hermanos nuestros?

- A formar nuestra conciencia a los valores supremos: fe, esperanza y caridad. Si se puede renunciar a la vida por dar testimonio de la propia fe, también se puede por la caridad. ¿Qué vale más en la vida? ¿El dinero y el bienestar o la caridad? ¿los títulos y las vacaciones o la caridad? ¿la salud y el sexo o la caridad? ¿el internet o la caridad? Estos héroes nos ayudan a discernir con sabiduría adónde voy, qué estoy construyendo, cuál es la verdad de mi ser en mis elecciones diarias y vocacionales.
- Ellos me hacen descubrir una caridad inscrita en el corazón, que uno no se la ha dado. Un don de Dios, recibido y acogido. Hay virtudes que puedo conquistar con la costumbre a portarme bien, con la fuerza de mi voluntad y otras que sólo se pueden pedir con humildad. El amor-caridad (el amor puro, infinito, gratuito, divino) es tan grande, tan sublime que sólo se puede recibir. Los amores humanos (erótico, de amistad, materno, pasional, utilitarístico, etc. son otra cosas, buenos pero otra cosa. Los mártires camilianos se lanzaban hacia el océano de este amor divino y lo enseñaban cantando hasta el último respiro: “caridad, caridad”.
- Ellos muestran, en fin,  que la fe se mide en base a los frutos de caridad de que Dios nos hace capaces. Más muestro heroísmo de caridad, más demuestro que tengo fe, estoy abandonado en Dios. Quien se defiende de la caridad: es poca, es interesada, significa que no tiene fe.
La caridad es un camino hacia la salvación personal y comunitaria. Los mártires camilianos nos han mostrado el punto de llegada. Si hacemos hablar la caridad en nosotros y estamos caminando en esta dirección con estos mártires delante de nosotros, no nos podremos nunca equivocarnos. Vamos adelante de gloria en gloria según la acción del espíritu del Señor, como dice San Pablo. Esta es nuestra misión como camilos y como laicos cercanos a la espiritualidad camiliana, todos ustedes que traen esta cruz roja, no olviden nunca el heroismo de los mártires de la caridad camiliana. Esta es nuestra vida en plenitud, nuestro paraíso en la tierra.